miércoles, 18 de diciembre de 2013

CERDIPARANOIA



Existe un dicho que reza “Del cerdo se aprovecha hasta el rabo”. Mucha gente que ahora lee esta frase seguro que esta asintiendo con la cabeza, pues bien, decirles que aunque en materia culinaria esto es normal hubo un rey que no quería saber nada de los cerdos, ni de lo rico que está ni de sus andares. Se trata de Luis VI de Francia (1081 – 1137) el cual le tenía tirria a este animal ya que por culpa de uno de ellos murió su hijo Felipe con tan solo quince años. Se dice que mientras cabalgaba por las calles de París uno se le metió entre las patas de la montura lo que provocó que el caballo se asustara haciendo que el joven príncipe cayera y se rompiera la cabeza contra el suelo. A raíz de este accidente Luis VI no quiso ver a ningún cerdo trotando por París ordenando que todos fueran encerrados en establos o casas. Así pues todos desaparecieron de vista… ¿Todos?... no, todos no, pues en el decreto de Luis VI hubo una salvedad: los cerdos de la Abadía de San Antonio sí podían andar libremente por donde quisieran ya que al estar en un centro religioso estaban más cerca de Dios.