domingo, 4 de agosto de 2013

LOS MEMORIONES



¿Sabías que la piratería en el mundo cultural ya existía en la antigüedad? Grecia, por ejemplo, fue la fundadora de este tipo de fraudes ya que en el teatro griego nacieron los memoriones o personas que con solo escuchar una o varias veces la misma  obra se podían aprender cientos de versos para después transcribirlo o narrarlo en las plazas de los pueblos quitando, de este modo, un buen número de espectadores a los verdaderos padres de la obra.

Otro tipo de memoriones los encontramos en el nacimiento del Islam aunque gracias a ellos podemos decir que se pudo conservar el Corán. En un principio este libro sagrado era transmitido oralmente por Mahoma a sus seguidores, pero sabiendo que se podía perder a su muerte designó a una serie de memoriones como escribas oficiales para que memorizaran todas las suras que contenía el libro. Los memoriones más famosos fueron Muad ibn Chabal, Ubayy ibn Kab y Zayd ib Tabit, los cuales no tenían problema alguno en plasmar los mandamientos del Corán en hojas de palmera, piedras e incluso entre los omoplatos rasurados de los camellos. En el 633 se produjo la batalla de Aqraba donde murieron la casi totalidad de estos memoriones por los que el primer califa Abu Bakr mandó hacer una comisión de los memoriones supervivientes para plasmar en una sola obra todas las suras del Corán y que no se perdieran con el tiempo. El encargado de reunirlas fue el memorión Zayd ibn Tabit.

Pero la historia de estos memoriones no queda ahí pues la utilización de éstos para copiar obras de manera fraudulenta llega incluso a nuestra literaria. En 1635 se estrenó en Madrid la inmortal obra de Calderón de la Barca La vida es sueño. Y aunque parezca increíble meses después aparecieron en los mentideros de la capital innumerables versiones manuscritas de la obra. Evidentemente entre el público que asistió al estreno había también memoriones que en este caso eran meros licenciados que se ganaban la vida, al igual que los griegos, yendo a las obras teatrales para posteriormente vender las copias piratas en la calle incluso antes de que llegaran al impresor. Este tipo de piratería también afectaba a otros dramaturgos, no solo a Calderón, sino también a Moliere en Francia o a Lope de Vega, quien incluso opinaba que si le copiaban que por lo menos lo hicieran bien pues era muy común que las copias piratas fueran de ínfima calidad. Por ejemplo La vida es sueño tiene unos tres mil versos, más o menos, y se han encontrado falsificaciones, siendo la mejor de 1500 versos y la peor de solamente 100. Llegó a tal extremo la peste de los memoriones que algunos actores y escritores paraban en medio de la representación si reconocían entre el público a notorios memoriones y se negaban a continuar la obra si no se les hacía abandonar el teatro.