viernes, 10 de mayo de 2013

LA ROMERÍA FRANQUISTA

Fueron conocidos como Los Peregrinos de Franco y actualmente siguen siendo uno de los capítulos más desconocidos de la Guerra Civil Española. Fueron una serie de viajes a la Meca fomentados y apadrinados por Franco para conseguir un número mayor de reclutamientos de tropas rifeñas esenciales para luchar en el bando nacional, y aunque en un principio la idea original partió del teniente coronel Luis Beigbeder, muy pronto el Caudillo la tomó como suya para elevar su popularidad entre aquellos soldados islamistas. El primer peregrinaje comenzó un 20 de Enero de 1937 y consistían en un viaje de ida hasta la Meca en el barco Domine (rebautizado con el nombre de Mogreb el Aksa), escoltado por los cruceros Canarias y Baleares hasta aguas italianas, para juntarse con peregrinos de otros países islámicos en dirección a Arabia, e igualmente un viaje de vuelta que incluía una visita a Nápoles, Sevilla, Córdoba y Granada.

Hasta que no volvieron a Ceuta el viernes 2 de Abril del mismo año aquellos peregrinos habían quedado en el olvido. Pero muy pronto la propaganda franquista retomó la primicia para registrar el día a día de aquellos moros que volvían a la Península y demostrar de este modo al mundo las bondades de aquel dictador que había fomentado aquel viaje por puro altruismo. Nada más alejado de la realidad, como se demostrará en el futuro. Franco, en vez de acudir al frente del Norte decidió acudir a Sevilla para recibir a los notables rifeños que habían recalado en Sevilla. Aunque en un principio solo eran 537 peregrinos se les unió otros 600 marroquíes en Ceuta que fueron recibidos con todos los honores en la Puerta del León del Alcázar. Aquello se convirtió en una auténtica fiesta. El alcalde de Sevilla, el marqués de Soto Hermoso, acompañado de Queipo de Llano concedió a Franco la llave de Oro de la ciudad entre vítores, bailes flamencos y aplausos de aquella mezcolanza de soldados nacionales y moros que curiosamente habían creado un frío vínculo entre nuevos aliados y antiguos enemigos.

Pasado aquel jolgorio inicial hay que constatar que durante la Guerra Civil hubo otras dos peregrinaciones más a la Meca: el 14 de Enero de 1938 con 796 peregrinos, y el último, registrado totalmente de principio a fin por un periodista, el 5 de Enero de 1939 con una lista total de 1009 viajeros, aunque con cambio de barco. Se artilló de nuevo el Domine y se utilizó para los viajes organizados otro barco requisado a las fuerzas republicanas, el Marqués de Comillas. A pesar de las promesas que Franco hizo a las tropas marroquíes, y a pesar de los cientos de soldados rifenos que cayeron en el frente, todo lo dicho cayó en el olvido como por ejemplo la continuación de las peregrinaciones a la Meca a costa del gobierno surgido tras el conflicto. La excusa para clausurar estos viajes fue el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la imposibilidad de Franco de salvarles de un posible final trágico en el mar.

Cuando fueron necesarios se les agasajó con viajes y fiestas continuas pero cuando todo se acabó, y el telón cayó en la tierra de la ingratitud, todas las promesas fueron olvidadas por aquél al que consideraban un benefactor del Islam.