viernes, 30 de marzo de 2012

STALIN, EL TIRANO ROJO, de Álvaro Lozano



Ha llegado el momento en que uno va invitado a la casa de Stalin; y cuando se está allí sentado frente a él, piensa uno si dormirá en su casa o dormirá en la cárcel.
(Comentario de Bulganin a Khruschev en 1938)

El siglo XX además de haber sufrido las dos guerras más calamitosas de toda la historia universal y donde más sangre se ha vertido por la locura de los hombres, también es conocido como la época de los regímenes totalitarios más férreos y oscuros que han existido, claramente distinguibles porque varios de  ellos han sido encabezados por tres  nombres que han quedado impresos en las páginas de la historia de manera eterna para glorificación de sus seguidores y desgracia de sus contrarios políticos, a saber: Adolf Hitler, Francisco Franco o Iosif Stalin. En el caso que ocupa esta humilde reseña nos hemos de centrar en este último, encarnado en la figura de un grueso y corpulento ruso, de origen georgiano, que a base de inteligencia, determinación de hierro y supresión de enemigos de manera violenta supo encaramarse al poder de uno de los grandes potencias mundiales que han existido en la faz de la tierra: la Unión Soviética. Este hombre que con su nombre dio forma a una idea, a una nueva política representada en el estalinismo, es objeto de estudio en la nueva obra del afamado escritor Álvaro Lozano, Stalin, el tirano rojo, que nos acerca de manera biográfica a la personalidad del aquel joven que desde su pequeña Gori soñó alguna vez con unificar todas las regiones de la Gran Rusia bajo su dura mano de dictador omnímodo.

Si observamos algunas de las cientos de fotografías que se le hizo durante toda su vida, en la gran mayoría de ellas podemos ver a una persona que se aleja mucho de la forma que siempre ha tenido o se ha imaginado de un dictador en potencia. Pero esa imagen de padre bonachón no ha de engañarnos y llevarnos a ideas falsas pues bajo esas formas osunas y toscas, podemos entrever unos ojos que demuestran una inteligencia decidida y práctica alejada de cualquier juego floral de la intelectualidad revolucionaria. Toda su personalidad y psicología interna ha sido estudiada por numerosos expertos en materia histórica, siendo Álvaro lozano uno de los estudiosos que más han penetrado hasta la última fibra de su interior más denso. El autor nos enseña en este libro toda la vida de Iosif Vissarionovich Stalin (Dzhugashuili en su infancia y juventud) desde su nacimiento en Georgia el 6 de Diciembre de 1878 hasta su muerte a mediado del siglo XX, el 5 de Marzo de 1953. Como muy bien dejó escrito Winston Churchill en 1959 cogió una Rusia con arados y la dejó equipada con la bomba atómica, la vida de Stalin no es la narración de un solo hombre perdido en el devenir histórico sino también la narración del periplo vital de un país que pasó de ser una gran extensión de tierra en donde a principios del XX todavía había personas que malvivían como esclavos en manos de terratenientes, a ser una superpotencia que llegó a enviar a un hombre al mismísimo espacio infinito. La biografía de Stalin es la biografía de Rusia, pues en cada paso que dio su Vozhd (líder) esta representado un hito de su propia historia. A pesar de que su infancia fue un tanto escabrosa debido a las relaciones tensas que tuvo con su padre, pronto supo convertirse en uno de los grandes líderes del bolchevismo que luchaban por alcanzar el socialismo en un país donde un zar jugaba a su capricho en muchas ocasiones con un pueblo muerto de hambre. Stalin fue uno de los líderes bolcheviques revoluciones más importantes destacando en la Revolución de Octubre de 1917, hecho que le catapultó a los más altos puestos del nuevo régimen que acabaría triunfando en Rusia y que muy pronto quisieron imitar otros países en el mundo. Con tesón, pericia y algo de juego sucio en las bambalinas de la política supo llegar a uno de los escalafones de más honor en el Partido, Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, cargo que ostentaría desde 1922 hasta el día de su muerte, y que a pesar de ser en ese mismo momento un cargo, aunque importante, no fundamental en el esquema comunista, Stalin lo supo usar como trampolín para conseguir el poder total tras la muerte de Lenin en 1924, y para luchar contra todos sus enemigos políticos representados en la figura del revolucionario Trotski el cual fue desterrado en 1929.



A partir de 1928, ya alcanzado el poder reemplaza la economía creada en la revolución proletaria (Nueva Política Económica) por otra idea más centralizada y por los famosos planes quinquenales que le permitieron industrializar todas las regiones además llevar a cabo el sueño de la colectivización de la economía rural. Estas nuevas políticas le llevaron a transformar a Rusia en una de las grandes potencias mundiales lo que llevaría a muchos países a tomarse a aquellos antiguos campesinos eslavos de azadón en mano con más respeto. Pero estos grandes avances del estalinismo y sus brillantes éxitos no nos han de hacer perder el norte ni cegarnos con el triunfo pues tras ellos también aparece la cara más oscura de aquel gran dirigente. Mientras el campo producía cientos y cientos de toneladas de cereal con gran aparato publicitario, y las fábricas arrojaban toneladas de material y maquinas al exterior, también millones de personas fueron obligadas a ir a campos de trabajo, ser deportadas y exiliadas al frío y olvidadizo destierro, o a ser eliminadas, como por ejemplo en la Gran Purga de 1937 donde se dio rienda suelta a la limpieza “sanitaria” de los grandes cabecillas del Ejercito Rojo eliminándolos en un gran número de ejecuciones sumarias.

Ya eliminado el peligro y extirpado cualquier germen de sedición Stalin se fija en las tierras del Oeste y para conseguir recuperar las tierras que ogaño pertenecieron al Imperio Ruso no duda en firma un pacto antinatural con Hitler, anexionándose de esta manera Finlandia, Países Bálticos, Besaravia, Bucovina o parte de Polonia. Pero estos sueños llegaron a su fin con un duro despertar pues en 1941 la dura realidad se presentó ante él con la traición del que creía su amigo europeo, Adolf Hitler, al serle comunicada la invasión de Rusia por parte del ejército Alemán:

-¡Mi coronel, nos atacan los alemanes!
-¡Eso es imposible! ¡Esta usted borracho! ¡Váyase a dormir y déjeme en paz!

Tras la conmoción inicial, aquella guerra no se convirtió solamente en un instrumento para salvar a su patria sino en algo personal. Aquellos dos dictadores no luchaban por conquistar kilómetros y kilómetros de territorio… era un conflicto entre dos concepciones de pensamiento y de sentido de la vida: comunismo contra nazismo. Aquella guerra en el frente oriental fue todo un esfuerzo titánico del Ejercito Rojo y de Stalin a la cabeza hasta conseguir la victoria en 1945 con la ocupación de Berlín y la destrucción de aquel Reich que quería reinar durante mil años.



En estos momentos, derrotado el enemigo, y a través de la diplomacia y de las ideas del propio Stalin en las conferencias de Yalta y Potsdam, el mundo queda englobado en dos bloques de apariencia antagónica separados por un triste Telón de Acero: Este y Oeste, que llevaría a una nueva guerra silenciosa y espesa llamada La Guerra Fría que aunque no fuera tan sonora ni tan sangrienta como la vivida anteriormente fue tan peligrosa y peliaguda siendo tan extrema en muchos momentos que estuvo a punto de terminar en una Tercera Guerra Mundial.

Muchas de estas crisis fueron posteriores a la muerte de nuestro protagonista en 1953 y no son narradas por Álvaro Lozano en esta obra, ya que se centra esencialmente en Stalin, su vida, obra, glorificación personal y legado. Tanto fue su impacto que todavía hoy muchos historiadores discuten sobre el resultado final de su biografía. Unos piensan que fue un gran líder que llevó a su país desde la rudeza campesina hasta convertirlo en un gran potencia, mientras que otros lo denostan aduciendo que era un tirano que llevó a la muerte a millones de personas solamente para engordar su figura ante la historia. Aun así  pesar de estas dos visiones contradictorias, nuestro autor, creador de este excelente ensayo Stalin, el tirano rojo, mediante una escritura amena y rigurosa no cae en visiones partidistas pues nos habla de ambos casos, ya que por un lado recorre toda su vida enseñándonos los grandes avances del estalinismo concernientes sobre todo a la industrialización y unión del pueblo ruso en torno a un líder fuerte, mientras que por otro nos enseña con toda crudeza cuales fueron aquellos asuntos turbios y truculentos que mancharon muchas veces su personalidad de sangre inocente, refiriéndose claro esta a los duros Gulags siberianos en donde muchos disidentes políticos e intelectuales perdieron sus vidas entre el hielo y la nieve del trabajo esclavo y los terribles asesinatos de contrarios o antiguos amigos (las cañas se vuelven lanzas, como dijo el poeta) a base de escalofriantes asesinatos como el de Trotsky en México.

Esta obra no tiene solamente el valor de ser una gran biografía equilibrada con respecto a las posturas ideológicas sino que también Álvaro Lozano sabe imprimirle una narración muy sabia y entretenida no ofreciéndonos datos y datos vitales de manera pasiva y esquemática sino una visión del estalinismo a través de sus amigos y políticos que estuvieron en su entorno, e incluso del mismo Stalin. Por tanto todos los elementos de su vida que nos ofrece el autor son de primer orden y de una rigurosidad impresionante, sin ningún tipo de controversia, lo que hace por tanto que esta biografía sea esencial para cualquier persona que desee acercarse al devenir de este hombre que desde su tierna Georgia supo fascinar al mundo con sus ideas y con el poder omnímodo que desprendía.